Ganadería con enfoque agroecológico: requerimiento para alcanzar la sostenibilidad ambiental, económica y social

Existe una gran preocupación a nivel mundial por el continuo y dramático deterioro de los recursos naturales, debido al desarrollo de proyectos agrícolas y pecuarios sustentados en los principios de la revolución verde, en donde, por ejemplo, a través de la inadecuada utilización del arado se invierten las capas del suelo, se establecen monocultivos limpios (suelos descubiertos), y existe alta aplicación de agroquímicos (fertilizantes de síntesis química, herbicidas e insecticidas) que han causado un deterioro sistemático al suelo, a las fuentes hídricas y a la atmósfera; se generan gases efecto invernadero (GEI) impactando de forma negativa el ambiente y contribuyendo al cambio climático y sus efectos.

La ganadería manejada bajo los lineamientos de la revolución verde, históricamente también ha contribuido a generar impactos negativos al deforestar grandes extensiones de bosques tropicales, los cuales son ecosistemas que se desarrollan bajo un delicado equilibrio natural y es fracturado por el establecimiento de pasturas monofíticas.

En algunos territorios del país, la ganadería se ha vuelto un sistema extractivo, sin tener en cuenta el balance de nutrientes y de energía que debe existir en todo agroecosistema sostenible ambiental, económica y socialmente. Es de suma importancia la implementación y desarrollo de modelos de producción agropecuarios sostenibles en Colombia. Según ENA (2019) se estiman 50.102.269 millones de hectáreas con algún tipo de sistema de producción, los pastos y forrajes que se ubican en el sector pecuario cuentan con la mayor extensión en área, los cultivos (café, banano, plátano, flores, cacao, caucho, palma, yuca, papa, maíz, sorgo, arroz, entre otros) especialmente el de palma africana ha registrado un aumento notable en los últimos años (Ver tabla 1).

Tabla 1. Uso del suelo en Colombia por sistemas

Las vegetaciones especiales que se ubican dentro del sistema pecuario se toman áreas de sabana, xerofíticas y páramos. Según el ICA (2020), la población bovina en el país está distribuida en 655.661 predios y totaliza 28.245.262 animales. El 68,0% del total de ganado bovino se concentra en 10 departamentos, Antioquia (11,3%), Caquetá (7,9%), Meta (7,7%), Casanare (7,6%), Córdoba (7,6%), Santander (5,9%), Cundinamarca (5,3%), Magdalena (5,2%), Cesar (5,1%) y Bolívar (4,7%).

La capacidad de carga actual en Colombia es baja, 0.65 UGG/ha. Los parámetros productivos son bajos comparados con otras latitudes, la ganancia de peso diario es 330 g/día, mientras que en Argentina es de 550 g/día, si se tiene en cuenta la carga animal (0.65 UGG/ha), esto se traduce en una proyección de 78.29 Kg de peso vivo/ha/año.

La situación en productividad de leche/vaca/día es similar, se registra un promedio de 4.0 litros/vaca/día, mientras que en Argentina y Uruguay es de 13 litros/vaca/día y ni mencionar a Estados Unidos 25 litros/vaca/día. La raza Brahman y sus cruces son la más utilizados en la ganadería colombiana, es la base para el desarrollo de la ganadería de carne y de doble propósito, sus cruces con razas de aptitud cárnica como Angus, Simmental, Charolis, entre otras, y con razas de aptitud lechera como Holstein, Pardo Suizo, Jersey, entre otras, han permitido mejorar los rendimientos productivos (carne y leche). La orientación del hato ganadero nacional para el año 2016, el 39% se dedica a la cría, 35% doble propósito, 20% levante y ceba y 6% lechería especializada (FEDEGAN, 2018).

La importancia cambiar el modelo de producción de una ganadería tradicional hacia un modelo de producción más sostenible es una necesidad imperativa, pero este cambio debe ser transicional y paulatino. Lo primero, es tomar conciencia sobre el daño irreversible que se está causando sobre el medio ambiente, después realizar un diagnóstico del sistema de producción y sobre ese diagnóstico formular la ruta con sus estrategias para desarrollar sistemas de ganadería sostenible.

La ganadería ecológica se fundamenta en los cuatro procesos biológicos que rigen la naturaleza, el ciclo del agua, ciclo del carbono, ciclo de los minerales y biodiversidad.

Ciclo del agua: para sostener viva la humanidad y la mayor cantidad de vida, tanto en condiciones ambientales seca como húmedas, el ciclo efectivo del agua cumple un papel fundamental donde las plantas aprovechan al máximo la lluvia y la nieve derretida, poca se evapora de la superficie del suelo, y aquella parte del agua de escorrentía lo hace de forma lenta y lleva consigo poca materia orgánica o partículas de suelo. Un ciclo efectivo del agua permite que la mayor cantidad de agua caída penetre el suelo y se almacena en él, un proceso que se denomina recarga de agua del suelo.

Flujo de energía o ciclo del carbono: es la circulación del combustible que anima toda la vida en la tierra, desde el sol, gracias a la fotosíntesis, principalmente. Todos los organismos requieren energía para vivir; la gran mayoría depende de la habilidad de las plantas para capturar energía solar y convertirla en una forma que ellos puedan utilizar.

Ciclo de los minerales: un buen ciclo mineral implica un suelo vivo y biológicamente activo con adecuada aireación y energía subterránea (materia orgánica) para sostener una abundancia de organismos que esta en continuo contacto con el nitrógeno, oxígeno y el carbono de la atmósfera. Un buen ciclo de minerales es aquel que provee todos los minerales esenciales para las plantas (Sierra, 2011).

Biodiversidad de las comunidades dinámicas: la estabilidad de la pastura tiende a aumentar con el incremento en la biodiversidad, entendida esta como la variedad en especies de plantas (gramíneas, leguminosas, arvenses, arbustos y árboles), animales (mamíferos, reptiles, aves, lombrices, insectos, entre otros) y microorganismos (bacterias, hongos, protozoos, entre otros).

Por Juan Manuel Rojo Bedoya, Zootecnista, MSc. Animales línea de Nutrición de Rumiantes, de la Universidad de Antioquia.

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